El siglo XIX: ciclones, ministerios y un zoológico
El Real Jardín Botánico ha tenido una vida azarosa, muy unida al devenir de Madrid. Así, durante la Guerra de la Independencia sufrió años de abandono, y con la reordenación de la explanada de Atocha comenzada en 1882 perdió hasta dos hectáreas. Sobre ese espacio se levantó el Ministerio de Fomento, hoy de Agricultura. No sería la última mengua del conjunto, puesto que “ya a principios del siglo XX se abrió la calle Claudio Moyano, perdiéndose la zona de viveros”, explica su conservador, quedando desde entonces su espacio reducido a ocho hectáreas. Además, sus centenarios ejemplares arbóreos han sobrevivido a enfermedades y hasta al ciclón que azotó Madrid en 1886 y que afectó gravemente al conjunto.
Un capítulo poco conocido de su historia tuvo lugar también en el siglo XIX. En 1857 se instaló un pequeño zoológico en el jardín botánico, que doce años después se trasladaría al parque del Buen Retiro bajo el nombre de Casa de Fieras. Durante esos años, el Botánico albergó numerosas especies de aves domésticas, incluidos pavos reales, así como otras especies como puercoespines, canguros, ciervos, llamas o cebúes.
Una institución moderna y cercana
La adscripción en 1939 del Real Jardín Botánico al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) resultó un hecho fundamental para el futuro de la institución. Hoy, el Real Jardín Botánico está más cerca que nunca de todos los ciudadanos gracias a la variada agenda de visitas guiadas y actividades temáticas para todos los públicos, a lo que hay que sumar la celebración en los meses de verano de conciertos al aire libre, así como su inclusión en el circuito de Photoespaña.
El jardín se adapta a los nuevos tiempos mejorando sus instalaciones. Próximamente incorporará una nueva aula medioambiental y un invernadero de investigación, y además ha abierto una coqueta tienda y una agradable cafetería con terraza, para descanso de los visitantes.
Una colección inabarcable
La colección del Botánico consta de más de 5.000 especies, por lo que resulta imposible intentar ahondar en ese catálogo en tan solo unas líneas, pero no se puede pasar por alto que cuenta con “uno de los mejores herbarios de Europa”, como nos destaca su conservador, o con la colección de 600 orquídeas diferentes, cuya contemplación es uno de los mayores alicientes.
En el paseo exterior se puede disfrutar de las vistosas dalias, especie procedente de México y con especial significación, puesto que se introdujo en Europa por primera vez gracias al Botánico. Es uno de los muchos legados de Antonio José Cavanilles, el botánico y pionero naturalista del siglo XVIII que llegó a dirigir la institución unos años, hasta su muerte en 1804.
Aún cerrados debido a la actual crisis sanitaria, los dos invernaderos volverán a dar la oportunidad de disfrutar de sus plantas de exóticas procedencias, tan pronto como las condiciones lo permitan. Se organizan en cuatro climas diferentes. El desértico es uno de los más sorprendentes a ojos de los niños, pero también llama la atención el sinuoso recorrido por el tropical, el templado y la estufa fría.