Se cumplen 100 años de la construcción de la estación de Toledo, un edificio que sorprende desde hace un siglo a los viajeros, con su espectacular arquitectura y su decoración inspirada en los edificios mudéjares, emblemáticos de la “ciudad de las tres culturas”.
Y es que las estaciones de tren no solo cumplen una función práctica fundamental para el transporte de viajeros y mercancías, sino que en ocasiones son también auténticos hitos arquitectónicos para las ciudades en las que se ubican. En este post vamos a recorrer algunas de las estaciones más bellas y monumentales que se construyeron en nuestro país a finales del siglo XIX y principios del XX, una época en la que tuvo lugar el nacimiento y expansión de las primeras líneas ferroviarias en nuestro país.
Ya no se conservan las primeras estaciones que se construyeron para unir Barcelona y Madrid con otras localidades, pero sí han llegado a nosotros muestras de arquitectura muy notable en algunas de las que se levantaron en las siguientes décadas. Una de las más destacadas es la estación de Atocha, conocida en sus inicios como Estación de Mediodía. Se construyó en 1889 como terminal de la línea que unía la capital con Zaragoza y Alicante y cuya compañía impulsora, la MZA, llevaba en su nombre las iniciales de las ciudades a las que llegaba. Su espectacular interior aloja, desde 1992, un frondoso jardín tropical bajo una ligera cubierta de hierro fundido.
Sin salir de la región, en la histórica villa de Aranjuez hay otra estación de gran belleza, construida entre los años 1922 y 1927, en la cual, al igual que en Toledo, es el estilo neomudéjar el que se impone. No en vano esta corriente arquitectónica, también muy popular para plazas de toros, teatros y fábricas entre otros usos, nació en Madrid, por lo que en esta comunidad abundan los ejemplos de este estilo.
Otras estaciones monumentales de nuestro país se construyeron en diferentes estilos, casi siempre vinculados a la cultura local. Una de las más monumentales es la de Jerez de la Frontera, edificio regionalista andaluz el que destacan las decoraciones de azulejos tanto en sus exteriores como en el interior. Esta estación fue también construida en los años 20 del siglo pasado y es frecuentemente atribuida a Aníbal González, el arquitecto diseñador de la sevillana Plaza de España.
La estación de Canfranc, en la frontera con Francia destaca especialmente por su majestuosidad y elegancia, con una imagen que recuerda a los palacios del país vecino. Construida en 1923, por su carácter fronterizo el edificio contaba con aduana, comisaría, dependencias de hacienda, y oficinas bancarias, entre otros servicios. Desde hace años la estación está abandonada y va a ser próximamente objeto de una rehabilitación para convertirla en hotel.
Otra joya de los edificios ferroviarios españoles se encuentra en Valencia. Proyectada en 1906 en estilo modernista con influencia vienesa, la Estació del Nord debe su diseño a Demetrio Ribes, arquitecto que también participó en el proyecto de la madrileña estación de Príncipe Pío. Sus fachadas están trufadas con motivos vegetales, de naranjas y flores de azahar, que se inspiran en la agricultura levantina.
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