En las ciudades, la vegetación de parques, jardines y viveros, pero también de balcones, arcenes y descampados, es el principal refugio para estos diminutos seres vivos. Un hábitat que, a priori, puede parecer hostil para ellos, pero que no lo es tanto, al ser la ciudad el entorno en el que está más restringido el uso de productos fitosanitarios o plaguicidas. De hecho, un reciente estudio publicado en la revista Nature Communications por científicos del Centro Alemán para la Investigación de la Biodiversidad (iDiv) concluye que las plantas polinizadas con mayor éxito se localizan en las ciudades, donde las flores son visitadas por los insectos con más frecuencia que en las zonas rurales, gracias a la variedad de especies vegetales y las buenas oportunidades de anidación.
Por sus efectos beneficiosos sobre el medioambiente, los expertos reclaman que las necesidades de estos pequeños seres vivos se tengan en cuenta en la planificación de nuevos parques. El tamaño de las zonas verdes, así como su gestión, selección de especies y distancia con otras áreas vegetales pueden ser determinantes para estos animales.
En ese sentido, la comunidad científica aconseja una gestión menos intensiva de las zonas verdes, reducir las siegas, apostar por los prados floridos frente a un césped cortado, que es menos útil para los insectos, y potenciar la plantación de especies autóctonas y resistentes.
Desde el Real Jardín Botánico (CSIC) señalan que en Madrid la conectividad entre zonas verdes permite el desplazamiento de los insectos con facilidad y su entrada al centro de la ciudad, por ejemplo, desde el monte de El Pardo o el Parque Regional del Sureste, a través de la Dehesa de la Villa o el Parque Lineal del Manzanares. Según esta institución, los entornos con mejores cualidades para atraer a insectos son los parques forestales situados en la periferia de la ciudad, como el monte de El Pardo, la Casa de Campo o el Soto de Viñuelas. Pero también existen localizaciones céntricas que cumplen un papel en este aspecto a pesar de su superficie más reducida, entre ellas parques y jardines como el propio Real Jardín Botánico o el Retiro, o los huertos ciudadanos.
Lucha biológica: insectos contra insectos
La lucha biológica (también llamada control o protección biológica integrada) consiste en combatir determinadas plagas utilizando poblaciones de otras especies de insectos que son enemigas naturales de las primeras. Así, ante la sobrepoblación de insectos perniciosos, este sistema sostenible permite equilibrar el ecosistema liberando otra especie autóctona que ayuda a controlar la plaga.
En el vivero de Estufas, ubicado en el parque histórico del Retiro, son pioneros en las estrategias de protección biológica integrada, que empezaron a aplicar en 2006, siguiendo la experiencia previa de los viveros de París. Javier Spalla, responsable de este vivero municipal, nos cuenta que las plagas más recurrentes en Madrid son las de pulgones y cochinillas, contra las que varias veces en el año los técnicos de estas instalaciones hacen sueltas controladas de lo que denominan insectos auxiliares, que devoran a los dañinos.