Apenas seis años después de finalizar las obras de Madrid Río, el éxito de este proyecto de regeneración urbana ha superado todas las expectativas
Ginés Garrido, uno de los arquitectos artífices del proyecto, analiza las claves de su impacto positivo para la ciudad
El 60% del parque Madrid Río está plantado sobre la losa sobre la M-30, con un máximo de un metro y medio de tierra sobre los túneles, según sus autores.
Madrid Río se ha convertido en uno de los ejemplos más relevantes a nivel internacional de regeneración de riberas fluviales y creación de espacios verdes sobre infraestructuras en uso, lo que emparenta este proyecto con la futura regeneración urbana que va a llevarse a cabo en la misma ciudad sobre el haz de vías de Chamartín, con Madrid Nuevo Norte.
Cuando se construyó la M-30 en los años 70, se aprovechó el trazado de la ribera del Manzanares para implantar esta importante infraestructura. El resultado fue la desaparición del río a ojos de los madrileños, bajo el asfalto y los pasos elevados de hormigón. Pero mucho antes de eso, como también pasó en muchas otras ciudades durante el desarrollo industrial, la ciudad había dado la espalda al río. El Manzanares se había convertido en un lugar para deshacerse de residuos, de ahí la ubicación del antiguo matadero, cuyo uso original ha dado nombre al conjunto hoy reconvertido en centro cultural.
El soterramiento de la autopista, un complejo trabajo de ingeniería de tráfico, pero también de distribución de energía y de agua, liberó un extenso espacio en superficie que permitió que se llevase a cabo el gran parque de Madrid Río, que conecta las orillas del Manzanares con la ciudad, une ambas márgenes y sirve de unión peatonal entre zonas antes aisladas entre sí, con un total de 33 puentes y pasarelas.
Ginés Garrido es uno de los arquitectos responsables del proyecto, y director del equipo integrado por las firmas Burgos & Garrido; Porras La Casta; Rubio & Álvarez-Sala; y West8. Para él, aunque Madrid es una ciudad densa y vital, especialmente en la denominada almendra central “se han superado todas las expectativas iniciales en cuanto al impacto social de Madrid Río: por la aceptación de los ciudadanos, lo cuidado que está y el buen uso que se está haciendo del espacio”. Y es que la recuperación del espacio público ha sido una de las claves más relevantes del proyecto.
Apenas seis años después de la finalización de las obras, los árboles han adquirido una altura muy considerable aportando a la ciudad una zona verde de gran calidad. También las actividades culturales y deportivas que gravitan en torno al parque entre las que destaca Matadero Madrid han creado sinergia con el proyecto. Esas actividades “alimentan al río y el río les alimenta”, afirma Garrido.
La regeneración de bordes urbanos, una tendencia mundial
Por todo el mundo hay autopistas en los márgenes de los ríos, porque son lugares que tradicionalmente no han sido ocupados por las ciudades, y sí por naves industriales que hoy han quedado obsoletas. También se trata de terrenos especialmente llanos para implantar carreteras e infraestructuras ferroviarias.
Actualmente, muchos de estos tramos urbanos de los ríos se están transformando para hacerlos accesibles a los ciudadanos. Entre las experiencias de regeneración fluvial y parques sobre losa que han inspirado el proyecto madrileño se encuentran el ajardinamiento de la superficie de los tramos cubiertos de los anillos de circunvalación de París o el Big Dig de Boston, que consistió en soterrar una autopista bajo la bahía.
Hay otros ejemplos similares en Seúl, Barcelona, Medellín o Santiago de Chile. Madrid Río se distingue por contar con la plantación más grande que se ha hecho en el mundo sobre otra construcción. El 60% del proyecto se levanta sobre los túneles de la M-30 y en el mejor de los casos, como en el denominado Salón de Pinos, hay un metro y medio de profundidad para la plantación de árboles sobre el túnel.
Ginés Garrido explica que para evitar que las raíces y las posibles filtraciones dañaran las estructuras a largo plazo, su equipo realizó numerosas consultas a expertos y se desplazó a otras ubicaciones. La solución adoptada finalmente fue un complejo sistema de capas “formando una especie de lasaña de distintos materiales impermeabilizantes, aligerantes, etcétera.” El arquitecto destaca que, en relación con ese aspecto, se utilizaron distintos tipos de tierra, de modo que el sustrato que se encuentra a nivel más superficial es especialmente rico.
El diseño paisajístico de Madrid Río pretende mostrar y entender el Manzanares en su totalidad, reproducir sus distintos paisajes regionales desde la sierra de Guadarrama al Jarama, e introducirlos en la ciudad de Madrid. “Actualmente, el río hace de corredor natural pero antes, a su llegada a la capital, esto no ocurría, había una especie de tapón, ambiental y físico”, recuerda Garrido.
Madrid Río, en cifras
- 30 kilómetros de sendas ciclables
- 33 pistas deportivas para la práctica de patinaje, skate, escalada, fútbol 7 y 11, fútbol sala, pádel, tenis, baloncesto y ciclismo BMX
- 17 áreas de juegos infantiles con 65 elementos
- 3 circuitos biosaludables con 22 elementos
- 12 mesas de juegos y 7 pistas de petanca
- 3 plataformas de eventos culturales en el Puente del Rey y Matadero
- 1 Centro de Interpretación del Río Manzanares
- 1 Centro Cultural, Matadero Madrid.
- 506 bancos, 8.528 luminarias.
- 63 fuentes para beber
- 637 horquillas aparcabicis y 84 aparcabicis