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Chamartín, de aldea medieval a distrito del siglo XXI

  • Madrid

La antigua villa de Chamartín apenas superaba el centenar de habitantes hasta mediados del XIX, cuando multiplicó su población. Se integró en Madrid en 1948.

Su plaza mayor, hoy Duque de Pastrana, conserva aún en parte su configuración histórica

 

Chamartín, de aldea medieval a distrito del siglo XXI

 

El distrito de Chamartín tiene una marcada identidad propia, una historia que se pierde en la noche de los tiempos. Nació como aldea para pasar a ser villa y, finalmente, un distrito de Madrid. Su plaza mayor era la actual plaza de Duque de Pastrana, un espacio que aún conserva en parte la esencia de sus orígenes. Algunas pistas nos recuerdan su pasado rural, como unas pocas edificaciones centenarias que sobreviven en torno a ella, o la cercana iglesia de San Miguel, de origen medieval, aunque totalmente reconstruida.

 

No está claro cuándo y cómo se fundó la pequeña aldea de Chamartín, muy probablemente como parte de las oleadas de repoblación de territorios abandonados tras la Reconquista. Sí es seguro que, en siglo XVI, en respuesta a un cuestionario remitido por orden real, sus moradores afirmaban que la localidad, que ya había recibido el título de villa, era “un lugar muy antiguo, y ansí lo han oído decir a sus antepasados y mayores”.

 

El origen del nombre es muy discutido, y ya por aquella época se había perdido la memoria de su significado inicial: “Nunca en su tiempo ni de sus antepasados han oído decir que se haya llamado otro nombre y no saben ni han oído decir qué sea la causa porqué se llame Chamartín”, reconocían entonces. Una de las teorías más aceptadas es que el nombre provenga de la vinculación de este municipio con la desaparecida abadía benedictina de San Martín, en el centro de Madrid, de la que la aldea sería dependiente. Sea como fuere, mantuvo una muy reducida población a lo largo de los siglos, apenas superando durante varios siglos una decena de familias de condición humilde, dedicadas en su mayoría al cultivo del trigo, la cebada y la vid, así como a la ganadería.

 

A pesar de su reducida población y su minúsculo núcleo urbano, su término municipal era bastante amplio, y sus tierras limitaban con Fuencarral al norte y al oeste, con Hortaleza y Canillas al este y con Madrid al sur. A lo largo del siglo XVI, pero muy especialmente tras constituirse Madrid como Corte permanente y capital del Reino en 1561, algunos funcionarios e hidalgos vinculados a la Corte comienzan a comprar terrenos en Chamartín y a establecer ahí sus fincas de recreo.

 

Esas propiedades y haciendas cambiaron varias veces de dueño, pero, a finales del XVII, la casa ducal del Infantado y de Pastrana era ya la propietaria de la mayoría de las tierras de Chamartín y así sería hasta mediados del siglo XIX. La presencia de los duques aglutinó en torno al municipio a diversas familias que daban servicio a sus haciendas. Al llamado «palacio viejo de los duques» se sumó, a mediados del siglo XVIII, la propiedad otra finca, la hasta entonces llamada “Quinta de las Guillamas”, que comenzó a conocerse como el “palacio nuevo”. Fue en este último edificio en el que Napoleón Bonaparte instaló su cuartel general en diciembre de 1808, en plena Guerra de la Independencia, y en el cual redactó sus Siete Decretos, que abolían el Antiguo Régimen y suprimían las instituciones feudales y la Inquisición.

 

Tanto el palacio nuevo como el viejo fueron donados por los duques en 1859 para la construcción de los colegios del Sagrado Corazón y de Nuestra Señora del Recuerdo.

 

Colonias y “casas baratas” en el siglo XX

En el XIX, Chamartín experimentó un extraordinario crecimiento de población, y alcanzó los 40.000 habitantes a comienzos del XX. Pero esta cifra puede llevar a engaño si no se aclara que la inmensa mayoría de esa población se estableció dentro del extenso término municipal, pero alejada del pueblo de Chamartín. Más allá de pequeños asentamientos, como el desparecido barrio de las Cuarenta Fanegas en los alrededores de la actual plaza de la República Dominicana, el grueso de esta nueva población se estableció, desde mediados del siglo XIX, en barriadas de trabajadores que migraban a la capital desde zonas rurales, atraídos por la incipiente industria madrileña. Muchos de ellos se asentaron en Prosperidad, en torno al camino de Madrid a Hortaleza, hoy López de Hoyos, pero la zona que creció más fueron los alrededores de la antigua carretera de Francia, hoy Bravo Murillo, en la barriada que tomó el nombre de Tetuán de las Victorias. Prueba de la importancia que este nuevo núcleo de población pasó a tener en el municipio de Chamartín es el hecho de que el Ayuntamiento de la villa se movió en 1888 a la misma Bravo Murillo, desplazando en importancia institucional a la antigua plaza mayor. El edificio, que hoy es Junta Municipal del distrito de Tetuán, todavía ostenta en su fachada las palabras “Casa Consistorial” junto con la fecha de su construcción, 1934, y muchos vecinos de la zona siguen aún hoy llamándolo “el Ayuntamiento”, a secas.

 

Por su parte, los alrededores de la villa de Chamartín tuvieron que esperar hasta avanzado el siglo XX para que se produjese en ellos un crecimiento significativo. Fueron las denominadas “leyes de Casas Baratas” las que facilitaron la aparición de nuevas colonias, que surgieron a lo largo de la primera mitad del siglo XX para facilitar vivienda a determinados colectivos, casi siempre profesionales. Las colonias se llamaban así porque sus habitantes colonizaban literalmente los terrenos, que se encontraban fuera de los núcleos urbanos. Estos asentamientos funcionaban como pequeñas poblaciones de casas unifamiliares con jardín, de arquitectura casi siempre de estilo regionalista.

 

Entre las colonias y cooperativas profesionales en torno a la villa de Chamartín podemos destacar la de los Cármenes (o de Chamartín), construida entre 1926 y 1928 y, una vez concluida ésta, la colonia de los Rosales (también llamada de Alfonso XIII), que se ubicaron al sur y al norte de la actual calle de Mateo Inurria. Aproximadamente de la misma época son las colonias de los Pinares y de los Músicos. Ya en los años 40 se construyeron otras, entre ellas la colonia de las Magnolias, junto a las dos últimas mencionadas, y también la de San Cristóbal, para tranviarios de la Empresa Municipal de Transportes, ya sin carácter unifamiliar y bajo el diseño moderno y austero del célebre arquitecto Secundino Zuazo. Pero la colonia más pionera del municipio de Chamartín en cuanto a arquitectura moderna fue sin duda la de El Viso, construida a partir de 1933. Sus casas, despojadas de decoraciones clásicas, fueron diseñadas por José Bergamín y siguen los postulados del movimiento moderno.

 

Modernización en torno a la Castellana y la estación

Chamartín fue anexionado a Madrid en 1948. Sólo tres años después de integrarse en la capital, comenzaba la construcción del llamado edificio Corea, al que se mudaron los trabajadores de la base aérea de Torrejón de Ardoz, y en torno al cual fue creciendo otro barrio con personalidad propia, la llamada Costa Fleming, como ya contamos recientemente en otro post. Pero fueron la ampliación de la Castellana y la construcción de la estación de Chamartín las que actuaron como catalizadores del crecimiento de la zona hasta convertirla en el pujante distrito del siglo XXI que es hoy. Paradójicamente, al tiempo que modernizaba la zona, la estación condenó también al aislamiento a los barrios que se situaban a ambos lados de las vías del tren. En los próximos años, Madrid Nuevo Norte supondrá otro importante hito para Chamartín y para toda la ciudad eliminando esa barrera, actualizando la estación y completando el norte de la capital con nuevas conexiones, parques, equipamientos, viviendas y un icónico distrito de negocios lleno de vida urbana.

10 diciembre 2019

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Madrid Nuevo Norte


10 diciembre 2019

por Madrid Nuevo Norte